lunes, 13 de octubre de 2008

Voy a la cocina vuelvo al comedor




Los exitosos miran las trampas pasar.
Por momentos pretenden acercarse a la gente, sentirse uno más.
Después de un rato pierden la conciencia y hasta se sienten uno más.
Algunos lo piensan como un buen cable a tierra, otros se sienten infelices por tener tantas cosas. El comedor llamado “Lavando culpas” ya quedó atrás.
¡Qué rico estaba el guiso amor!
Ella estaba orgullosa por el olor a cebolla que por unas horas olería como una bendición después de haber ayudado en la cocina.
Pensar que hay gente que no tiene nada, piensan mientras uno de ellos escucha una canción que por casualidad suena en la radio ( las canciones suelen hacerlos pensar ).
Después de un rato ya se convence que no tiene la culpa de tener más que otros y aparte debe haber más de cien mil personas que tienen mucho más que él.
En ese preciso momento se empieza a sentir poca cosa, cien mil es mucha gente.
Y empieza a ser desdichado entre los poderosos.
Sube la ventanilla y una lágrima cae por su mejilla.
Su mujer lo mira sin entender porque llora sin el menor gesto de tristeza.
Debe ser que todavía huelo a cebolla, piensa mientras se pone los lentes oscuros y cierra lentamente los ojos.

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