Tantos corazones no revelados no relatados , sin
revoluciones ni resoluciones.
Miran pasar a los jóvenes revolucionarios que no
se conforman con transformaciones conformistas, que no dejan que los demás
manejen sin sensibilidad ni curiosidad.
Que manejen las armas de la poesía, las metáforas de los
desdentados, las imágenes sensoriales de los ciegos y sordos, ni las melodías que
los mudos tararean en su mente.
Las melodías que se complotan contra las
autoridades que prefieren el silencio.
O contra los ruidos que no forman
melodías, ruidos desarticulados, amorfos.
Tantos referentes que se refieren a
los que fueron sus referentes y ya no lo son.
Tantos espacios en blanco que hasta un
escritor experimentado sentiría el miedo irremediable a no poder llenar tantos espacios vacíos.
Respuestas que se dicen al oído, que los egoístas disfrutan de poseerlas.
Esas respuestas que significan nada si no son compartidas, que refutan la
posibilidad de ser solidarios.
Esas respuestas que no dejan de ser parte de una
pregunta no planteada.
De preguntas que nos revelan la posibilidad de que esa
respuesta sea irreversible.
Prefieren que las preguntas existan solo si las
respuestas son las indicadas.
Las respuestas que no incomodan.
Tantos corazones
que caminan ( no revelados )
Tantos corazones que no suspiran ( no relatados )
Tantos corazones apesumbrados ( sin
revoluciones )
Tantos corazones, desinformados o insensibles, caminando ( haciendo ruido sin formar una armoniosa melodía)

Antes durante y después de mirar por la ventana, decidió no
volver a hacerlo. El antes se le presentaba como la maldita posibilidad, por
eso lo intentó sabiendo que su decisión era no hacerlo. El durante fue
desordenado, todos sus miedos se presentaban ansiosos por demostrar su
existencia, desafiantes ante las
posibles soluciones. El después volvía a
ser el antes. La desolación que lo volvía a convencer de equivocarse conscientemente. El vidrio se empañaba y las gotas caían invencibles, como si jamás
dejaran de existir. Gotas que atropellaban a otras y seguían cayendo sin tierra
donde sentirse valiosas. Por momentos
pensaba en no mirar más, en resignarse a no sentir que había
probabilidades. Salió de su cuarto y
miró un espejo. Extrañó la ventana y corrió hacia su cama. Las luces apagadas y
el sonido del viento lo dejaban sin aliento. Secretamente susurraba sin
posibles oyentes alrededor. Ya no
soportaba escucharse y mucho menos cuando por casualidad recordó una vieja grabación en donde su voz era completamente distinta a como creía
que era. Desde ese momento creyó no ser él y luchaba contra sus fantasmas. La
mañana, la tarde y la noche habían pasado
y volverían a pasar por varios días más hasta que su voz dejara de
susurrar, hasta que ese espejo no refleje su tristeza, hasta que esa ventana
no le muestre sus imposibilidad de
rozarse con la gente. En ese momento el
después dejaría de volverse una y otra vez
el momento anterior. Decidió que el durante ya había sido suficiente.