miércoles, 20 de mayo de 2009

Sin rasgos específicos


Algunos ingredientes desesperados marcaron el camino que parecían querer esquivar. Una ráfaga de sonidos mal intencionados merodeaban por tierras ajenas. Preguntaban por los colores que faltaban, sonreían por las sensaciones aún no pensadas. Los pies de los sin rostro caminaban sin disimulo antes conversaciones que ellos nunca creerían. Su desconfianza nacía de su propia naturaleza. Creían que les mentían y mentían creyendo fuertemente en relacionas de causa y efecto. De un momento a otro retornó un poco de luz y los invitados taparon sus caras. El miedo no era sincero y los rostros iban palideciendo hasta llegar a parecerse, hasta lograr ser un ejército sin rasgos específicos.

lunes, 4 de mayo de 2009

Estampita en mi santuario


Buscó resignificar el sentido de algunas palabras que creía entender sin necesidad de pensarlas.
Eso lo ponía inquieto.
Darle un nuevo sentido lo enfrentaba ante la posibilidad de distanciarse de quienes tanto quería.
Dos personas se miraban ante la atenta mirada de los distraídos de turno.
Nunca se harán cargo de culpas ajenas.
La pelea duró apenas unos minutos.
Ellos seguían mirando, con los ojos enfocados hacia el sillón resignificado en un ring (posible espacio apto para panelistas de algún programa de la tarde).
Qué tanto nos queremos, fue la última frase que noqueó a uno de los dos.
Fue la frase que dejó con una falsa victoria a uno de los dos. Pensaron.
No tenían el valor para mentir.
Nunca pensaron en detener el tiempo, sólo porque no era posible.
La renombrada frase dice que el tiempo altera las cosas.
Ellos pensaban que no sólo las altera.
Creo que alguna vez lo pensaron, creo que alguna vez lo pensé.
Lo detengo en el momento en dónde no hay que pensar en cuidados ni en regar algo que está lejos de ser una planta.Lo detengo en el momento en que el abrazo no era sincero, era absolutamente necesario.